30 variedades de salsa de tomate me estaban llamando. Me habían pedido en casa que comprara una salsa de tomate y ahí estaba yo en el pasillo del supermercado jugando al Tin Marín. ¿Qué salsa de tomate escoger? la de la marca que me parece la más conocida, la que trae picante, la que dice bajo en sodio, la gourmet….
Así las opciones eran más y yo solo me preguntaba ¿por qué tantas opciones de salsa de tomate para el consumidor que solo escogerá una? ¿es darle el poder de elegir o solo incrementar el número de opciones para incrementar el costo, tiempo y esfuerzo para tomar una decisión?
Terminé escogiendo dos y luego pensé que tal vez la gourmet era más sabrosa; unos minutos después cuando había cambiado una de las dos que llevaba por la gourmet y ya había avanzado por el pasillo pensé en la que trae picante, así que regresé al pasillo a tomarla solo para encontrarme nuevamente con todas las opciones y nuevamente una decisión tan boba me estaba complicando el realizar la tarea para llegar a casa.
Y es que aunque se tome una decisión, con tantas opciones uno no queda del todo satisfecho. Puede ser que mi opción sin duda fuera la mejor, puede ser que gracias a la salsa mi familia quede satisfecha para la cena, pero al estar expuesto a tantas posibilidades caigo en el pensamiento de “¿qué pasa si prefieren alguna de las que estoy descartando?”. Y con esta idea dando vueltas en mi cabeza se deprecia el valor de mi decisión. No quedo completamente satisfecha pues la duda y el cuestionamiento de poder haber elegido algo mejor afecta mi percepción del producto.
También vale la pena reflexionar si tantas opciones en el mercado, puede llevar al consumidor a no tomar ninguna decisión pues desde mi punto de vista puede ser más probable que el consumidor realice una compra segura al ser expuesto a una variedad limitada de productos. Esto me lleva a pensar en marcas como Apple que aplica la filosofía “menos es más” simplificando su gama de productos y dejando claro que tienen un producto que posicionar en cada segmento (no dos, ni tres, solo uno).
Y es que los CÓMplices constructores de marcas pensamos que en un mundo complicado y lleno de información, menos, definitivamente, es más, pues perdemos clientes y los dejamos infelices cuando los abordamos con una infinidad de opciones. Claro que la idea tampoco es ofrecer una sola opción sino reducir las opciones a un número manejable.
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