El diseñador publicitario y el publicista, en muchas ocasiones se convierten en verdaderos artistas, algunas piezas publicitarias son desarrolladas con tal pasión y detalle, que bien podrían pasar por auténticas obras de arte. Horas y horas de trabajo enfocadas a desarrollar un anuncio que sorprenda, maraville y sea recordado.
Pero hay que ser muy honestos, son pocas las personas que ven los anuncios de esta forma y observan a profundidad tantos detalles. La mayoría de la gente pasa caminando junto a la publicidad, la ven, quizás se identifiquen con lo expuesto, pero seguirán su camino. Al final del día recordarán la marca y su mensaje, pero cuando la campaña acabe y se quite el anuncio, morirá.
Estuve pensando en una cita de una de mis películas favoritas, en la cual el personaje principal piensa en la inmortalidad de sus obras, “A fire which never dies, burning you forever”*. Es entonces cuando pensé que las marcas y los anuncios pueden hacer lo mismo.
Me vino a la cabeza el trabajo de Henri de Toulouse-Lautrec y sus posters. Tienen más de 100 años desde su creación y siguen siendo una referencia cultural importantísima. ¿Quién no ha visto en algún restaurante Francés alguna de sus obras? También en Youtube y otros medios digitales, la gente sigue consultando y maravillándose por algunas campañas hechas hace mucho tiempo.
No se confundan, no quiero decir que los publicitas o diseñadores seamos artistas, la publicidad tiene el fin de anunciar y conectar a una marca con las personas. Simplemente pienso que al realizar con tanta pasión nuestro trabajo, podemos ir más lejos y en una de esas… hacer algo que se vuelva eterno. Encontrar ese punto medio entre el arte y el mensaje.
*Amadeus (1984).
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