Estamos en una clase de niños donde un profesor hace una pregunta simple y fundamental; todos los niños levantan la mano para contestar, para recibir el protagonismo, qué es el premio por haber destacado y contestado. ¿Por qué?
El ser humano es competitivo por naturaleza, quiere destacar entre los demás, quiere ser reconocido, quiere ser valorado y obtener la aceptación colectiva. En cuestión de marca personal, construir una marca fuerte debe tener un equilibrio de competitividad y reconocimiento que no llegue a mostrar un egocentrismo y convertir a la persona en el “uno más que tú”. Por ello es que como CÓMplice, Constructora de Marcas, aquí enlisto un breve manual para destacar en todo:
Propón soluciones, prender la veladora y quedarte a esperar que funcione una solución es pobreza intelectual. Posees la máquina de ideas más poderosa en todo el universo. Es tu cerebro. Úsalo. En lugar de una solución en tu trabajo, tú llega con el plan A, B, C y hasta el plan Z si es necesario. En lugar de esperar a que mágicamente todo se solucione, actúa.
Forma una actitud a prueba de balas. Tu actitud es lo más importante. Y debes mantenerla intacta. No importa lo que te dijo el vecino. No importa si te ganaron el cajón del estacionamiento. No importa el chisme de pasillo que escuchaste. Esas son minucias en la vida. Tu actitud es lo que te mantendrá a flote. Hazla resistente a todo.
No te quejes, no sirve de nada. En serio, a nadie le importan las quejas porque no aportan nada, mejor actúa y cambia las cosas que no te gustan.
Busca personas diferentes, personas que se encuentran haciendo cosas. Busca al activista, al político, al buzo, al programador de realidad virtual y reúnelos. Sé la amalgama y crea algo con ellos.
Da los buenos días, aunque sea el pero día de tu vida. Las personas no tenemos la culpa si te despertaste de mal humor, nadie tiene que pagar el precio de aguantarte. Ese precio lo debes pagar tú.
No te enganches con los comentarios de los demás. Las personas son libres de opinar. Deja que opinen. Deja que hablen. Deja que digan. Tu deber es hacer cosas que valgan la pena para ti y que te dejen tranquilo contigo mismo.
Habla de asuntos importantes, no hables del partido de futbol o que si era penal por 3 semanas. Eso no será trascendente después de 2 horas del partido. Eso no aporta valor a tus relaciones. Eso es perderte en el mundo de lo efímero. Un asunto es importante cuando sabes que seguirá siendo relevante en los próximos diez años.
Sé concreto.
Alimenta con ideas de gran nivel en tu mente. Lee “La Brevedad de la Vida” de Séneca, “Homo Deus” de Yuval Noah Harari, “Los Líderes Comen al Final” de Simon Sinek.
Ejecuta y habla con tus acciones. Construye algo. Prueba y construye. Las ideas son humo. No sirven sin la ejecución.
Sé generoso, da más de lo que recibes. Sé abundante. Compra y obsequia pan recién hecho para todo. Haz el almuerzo el viernes y comparte. Toma tus libros y obséquialos. Dale la mejor propina a las personas que se lo merecen.
Que tu mayor contribución del día no sea un meme. No hagas que te conozcan como él o la que envía memes al grupo todos los días. Eso es infantil. Madura.
Tus compañeros en la oficina que hacen burla del jefe, que se quejan durante el almuerzo, no te van a llevar al siguiente nivel. Tú ve al siguiente nivel. Déjalos. Y que no te cause conflicto hacerlo.
Escríbelo todo. Sé capaz de redactar de forma precisa tus pensamientos.
Explica lo que haces, cuando se interesen en ello ayúdales a hacer lo mismo.
Utiliza las redes sociales para hablar de tus proyectos con tus contactos. Si ellos se dedican a compartir videos graciosos tú no lo hagas. Tú sé elegante. Tú sé enfocado.
Nunca atiendas una invitación llegando con las manos vacías.
Haz que todos hablemos de ti.
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