Un día al final de la cuarentena, cuando caminaba con mi esposa por las calles de Coyoacán alrededor de las 8:00 de la mañana, pasamos frente al restaurante mexicano Potzollcalli. Ahí vimos a una persona haciendo labores de limpieza en una lona que tienen colocada en la fachada del restaurante. Era el lunes anterior a la apertura parcial de restaurantes en la Ciudad de México.
Por pura curiosidad le pregunté si ya iban a abrir el restaurante. La respuesta fue poco más que asombrosa: “Primero Dios abrimos ya el miércoles.” Las palabras fueron lo de menos. El tono de su voz y la ilusión en su mirada dijeron mucho más.
¿Cómo es que una persona que evidentemente es alguien de mantenimiento o limpieza tiene una actitud tan positiva hacia la reapertura del restaurante donde trabaja? Se va a exponer a riesgos importantes al empezar a tener contacto con los clientes y con otros colaboradores.
Creo que estaba viendo algo más allá de la reapertura del miércoles. Me pareció que no sólo se trataba de reiniciar sus labores de trabajo y volver a generar un ingreso o aumentar el que ha venido teniendo. En sus ojos se veía que no estaba limpiando una lona, sino abriendo los brazos para recibir a las personas que hacen de Potzollcali algo que motiva a sus empleados y que ha generado la preferencia de sus clientes.
En la página web de Potzollcalli aparecen elementos como la misión “Somos una cadena de restaurantes apasionados por la comida tradicional mexicana y el amor al pozole, orgullosos de nuestra marca, generando experiencias deliciosas a todos nuestros clientes”. Su visión dice “En 2023 seremos un grupo restaurantero consolidado con presencia a nivel nacional que trasciende a las nuevas generaciones”. Declaran algo definido como “Nuestro Lema: Servicios de excelencia a todos y siempre para que regresen y nos recomienden”. Y adicionalmente declaran algo definido como “Nuestra responsabilidad es llevar a tu mesa platillos deliciosos que te hagan recordar momentos únicos con tus seres queridos”.
No encuentro claramente declarado un propósito poderoso e inspirador en su página de internet por lo que me atrevo a pensar que quizá es uno más de los casos donde quien fundó la empresa ha logrado inspirar a toda la organización para hacerla crecer y lograr que sus colaboradores sientan que están construyendo una catedral con cada paso que dan.
Por último, es indispensable esta reflexión: Si esta empresa ha logrado que sus empleados se pusieran la camiseta y llegar a tener más de 30 restaurantes aparentemente sin un propósito claro, ¿Cuánto más habrían podido crecer con los mismos recursos pero un propósito claro e inspirador? ¿Cómo le darán vida cuando los fundadores que inspiran a los colaboradores no estén presentes? ¿Cuál será el legado que dejarán para guiar a quienes estén al frente en el futuro?
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