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¿Quién decidió poner asbesto al talco?


De acuerdo a una nota publicada por Mundo Ejecutivo el 24 de junio del 2020, Johnson & Johnson pagará más de 2 mil 100 millones de dólares por daños a la salud de sus consumidores.

Parece una nota de ciencia ficción o de un thriller legal del conocido John Grisham, pero es totalmente verídico y la costará a la empresa la enorme suma de 2 mmdd. La opinión que la corte expresa en la sentencia dice:


“Porque los acusados son grandes corporaciones multimillonarias, creemos que un monto importante de daños punitivos es necesario para tener un efecto en este caso”.


Esto por los daños a la salud derivados del uso de un talco que contiene asbesto, y que según dijeron los demandantes, presuntamente ha causado cáncer de ovarios. La corte decidió reducir a esta suma la sentencia original pero mantuvo la cifra mencionada por “haber vendido el producto a sabiendas de que contenían asbesto”. Cuidar al mundo, una persona a la vez.


Johnson & Johnson tiene un propósito superior como empresa que en teoría guía todas las decisiones y acciones que son tomadas dentro del corporativo por sus colaboradores, sin distinción de departamento o nivel jerárquico. Esto ha guiado a la compañía a grandes éxitos de manera consistente durante más de 40 años. ¿Por qué alguien decidió poner asbesto al talco? ¿Cuáles fueron sus razones? ¿Por qué la decisión pudo seguir adelante con la aprobación de todos los involucrados en la empresa?


Este es uno de los tantos casos de daños a las marcas, que repercuten en el valor de las empresas, por decisiones basadas en criterios alejados del propósito superior de la organización. Cuando los mandos directivos o gerenciales de las empresas establecen objetivos válidos, como reducir los costos o aumentar la eficiencia en los procesos de producción, constantemente omiten el recordar que estos objetivos deben ser conseguidos sin violentar el propósito de la organización.


Hace años el asbesto ha sido señalado como un agente cancerígeno y aunque hoy sabemos que existen diferentes tipos del mismo y que sólo algunos pueden generar consecuencias dañinas, el propósito de "cuidar al mundo, una persona a la vez" obligaría a la reflexión basada en la mínima sospecha de un posible efecto negativo en la salud de sus consumidores.


Cualquiera que haya sido el motivo para decidir agregar asbesto al talco no parece haber sido una idea que se pueda sostener frente al poderoso y positivo propósito de "cuidar al mundo, una persona a la vez". El costo financiero, que parece enorme, puede resultar insignificante ante el costo en ventas por la pérdida de la confianza de sus consumidores.


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