Esta vieja expresión utilizada tantas veces, me recuerda a una de las tiendas más famosas de equipos fotográficos que he conocido. Se trata de B&H en New York.
Un día llegué a esta dichosa tienda sintiéndome fotógrafo y después de varios minutos de espera mientras contemplaba la actividad febril, me tocó mi turno y cuando le dije al encargado que quería una cámara de menos de “x” cantidad de dólares que tuviera ciertas capacidades, me dijo que eso no existía. Le pregunté entonces qué me recomendaría y me dijo que todas sus letras “por lo que tú tienes de presupuesto no hay nada que vaya a satisfacer tus expectativas, así que solo vamos a perder el tiempo los dos”. Dicho esto se dio vuelta y se fue a atender a un cliente más pudiente que yo o más claro en sus expectativas. B&H y su personal esperaban que yo me comportara como un verdadero fotógrafo experto porque ellos consideraban que ese era su mercado… y evidentemente no estaban dispuestos a invertir tiempo para cerrar una venta adicional con un analfabeta fotográfico.
Muchas veces cuando entro a los centros comerciales o a tiendas de autoservicio y departamentales recuerdo este episodio y no dejo de preguntarme qué sería de los volúmenes de ventas de este formato de canal de distribución si estuvieran en la postura de B&H. ¿Qué estarán haciendo en B&H frente a competidores como Jessops o en menor grado de especialización como Best Buy, Circuit City y otras, en un mercado en el que hasta las farmacias en México se han movido al formato de autoservicio? Y más en un mercado que se ha movido hacia lo digital tan rápidamente que cualquiera cree que puede ser fotógrafo.
Estamos en un mercado de compradores donde si quienes quieren vender algo dicen “Si no tiene nada que hacer, por favor no venga a hacerlo aquí”, podrían caerse grandes volúmenes de ventas que representan las compras de impulso. Seguro que nadie quiere verse en esa situación, así que para salir adelante hay que dejar de pensar que el que está detrás del mostrador es quien tiene el poder.
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