Conversando con empresarios amigos, vemos repetidas veces que siempre que tienen un peso en la cuenta de cheques y todavía no lo deben, se presentan ante sus ojos (aunque sea imaginariamente) todas las opciones que han considerado para el desarrollo de su negocio, desde ampliar las instalaciones, comprar más fierros del tipo que sean o invertir en marketing y publicidad. Lo que vemos es que casi siempre ganan los fierros y las ampliaciones ¿verdad?
Pero al paso de los años se dan cuenta de que los fierros se deprecian y su tecnología se obsoleta, las ampliaciones de instalaciones no traen consigo más valor que el que pueden soportar las ventas que hay que mantener a costa de lo que sea y en los estados financieros todo se deprecia restándole valor a la empresa.
Entonces la marca, el activo que genera más valor, aunque sea un activo intangible, queda relegada a la lista de espera, como si invertir en la construcción de la misma fuera un aspecto superfluo que se debe hacer cuando te sobra dinero.
Nada predice las ventas futuras como el valor de una marca. Ni los fierros ni las ampliaciones podrán defender tu participación de mercado cuando aparezca un competidor con una propuesta que conecte mejor con los consumidores y les haga sentir lo importantes que son y ellos reaccionen favorablemente olvidando tu producto o servicio.
¿Cuántos de ustedes recuerdan los guantes Adex, o las hamburguesas de Burger Boy, o los videocentros o los teléfonos celulares Novatel? Ellos quizá pensaron que era más importante invertir en fierros que construir valor para su marca.
Lo cierto es que cuando decides crearle valor a tu marca estás apostando a la permanencia en el mercado porque una marca sólida sí puede predecir ventas futuras que se convierten invariablemente en valor financiero para el negocio.
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