Hace unos días se me ocurrió decir la palabra ”parvulito” en la oficina y más tardé en terminarla que varias cabezas en girar con expresión interrogante en los rostros preguntando qué demonios quería decir eso.
En un mundo en el que mucha gente se expresa por escrito ignorando el uso de acentos, puntuación y con un vocabulario sumamente limitado que pretenden resolver con términos como “y así”, parece normal que el vocabulario se haya reducido al mínimo indispensable para comunicar aportando poca claridad el emisor y mucha imaginación el receptor. Pero al reducirse el vocabulario de esa manera también se reduce la cultura general de las personas que son engañadas por el sistema educativo del país haciéndoles creer que en realidad son merecedores de un título profesional cuando no son capaces ni de deletrear correctamente la misma palabra.
Hace algún tiempo un amigo me envió un correo diciendo algo como “Que bueno que te gusto”. Mi primera reacción fue de asombro pero rápidamente entendí que en realidad se refería a algo que me había gustado y no a que me gustara él. Sin embargo no pude dejar de comentarle que barbaridades ortográficas como las suyas pueden causar guerras.
Hemos hecho creer a toda una generación que en nuestro idioma es correcto interpretar las intenciones sin usar acentos como en el caso de mi amigo o cuando tanta gente escribe “Ya pague la deuda” en lugar de “Ya pagué la deuda” sin importar que el primero sea una orden mientras que el segundo expresa un logro. “Haber como nos va” suena igual que “A ver cómo nos va”, pero cuando se trata de comunicarlo por escrito puede develar una secreta ignorancia muy bien guardada. Lo mismo sucede cuando “Se cosen los alimentos” y “Se cuecen los botones”… ¿O es al revés?
No es lo mismo escribir “Vamos a cenar niños”, que “Vamos a cenar, niños”. Como tampoco es igual decir “Ya les informe si van a venir”, que “Ya les informé, sí van a venir”,
Cuando se se tiene un vacío en el manejo del lenguaje escrito también se reduce la capacidad de dar forma a las ideas ante la imposibilidad de expresarlas de manera concreta, interesante o seductora según sea el caso.
Claramente es un reflejo de un país de no lectores en el que los maestros y papás están demasiado ocupados en cosas más importantes que el desarrollo de los niños que se convierten en adultos ignorantes incapaces de mencionar tres libros que hayan leído y de leer un párrafo sin cometer graves errores de conocimiento básico que reflejan una pobreza mental impresionante.
Eso nos ha llevado al descuido absoluto en el manejo de todo tipo de escritura. Las redes sociales, los mensajes instantáneos (Sí, instantáneo lleva acento), el correo electrónico y finalmente documentos completos que escriben personas muy importantes que seguramente no lo serían tanto si se conociera su elevado nivel de ignorancia para expresarse por escrito.
Pero estó ya parese un zermon de biejitos asi que mejor le paramós asta la proxima.
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